“La actitud de involucrarse verdaderamente en la operación de las empresas y no sólo ser un participante más en el proceso, resulta trascendental para nuestra profesión contable en la actualidad”. (Lebrija, 1998, pág. 74)

sábado, 24 de septiembre de 2011

La importancia del proceso educativo en el desarrollo profesional del contador



A pesar de los avances que se han presentado en la profesión contable durante los últimos años en cuanto a investigación, teoría contable, actualización de currículos, al contador público se le sigue viendo como un tenedor de libros, incapaz de tener una participación activa en los procesos organizacionales, esto se debe en parte a que el modelo educativo en Colombia continúa caracterizándose “por procesos mecanicistas, centrados en la repetición y la memorización” (López, 2001, pág. 20), además, porque el contador no ha iniciado el proceso de transformación del papel que tradicionalmente ha ocupado en la organización hacia aquél que debería ocupar.

Desde la universidad, se debe señalar la importancia que el contador público sea capaz de analizar las situaciones ordinarias y particulares que ocurren en la organización, de tal manera, que pueda responder a las exigencias que le plantee la empresa, también, de desempeñarse como un profesional crítico, en la medida en que no solo se limite a producir informes financieros, sino que también, sea capaz de proponer soluciones, dar sugerencias y recomendaciones y posibilitar mejoras en pro del fortalecimiento y crecimiento de la organización. Según López Arciniegas, para cumplir con este objetivo, la academia debe estructurar la enseñanza desde una perspectiva que no sea la tradicionalista, es decir, la educación contable no debería centrarse en la memorización y repetición, sino, en la argumentación, discusión e investigación; igualmente, es necesario concebir la universidad dentro de los criterios de la internacionalización; abordar los nuevos mercados y establecer una relación con los perfiles de los egresados; y por último es significativo proponer nuevos modelos curriculares, lo que implicaría clasificar lo que debe aprenderse y bajo qué condiciones (2001).

Siguiendo con esta misma línea, Cano Morales explica que, la universidad debe ser un espacio que estimule a los estudiantes de contaduría pública a tomar la iniciativa en la aprehensión y aplicación de conocimientos, para que sean profesionales competentes en la organización y reconocidos en la sociedad (2003). En consecuencia, los futuros profesionales de contaduría pública y los que ya lo son, no deben pensarse como tenedores de libros, ni desde la academia, ni desde su propia apreciación; por el contrario, las habilidades (intelectuales, de comunicación, de adaptación, etc.,) que adquieren durante su formación profesional y que se fortalecen a través de la experiencia, deben conducir a la participación activa de los contadores en los procesos organizacionales.

Si las universidades y los contadores públicos no se renuevan a sí mismos, la contabilidad pública pasará a ser un anexo de otras disciplinas y ciencias que si están dispuestas a integrarlas con el mundo, con el cambio, con las innovaciones; y el contador público se convertirá en un recurso humano sustituible ante otros profesionales, que sí generan un valor agregado para la unidad empresarial.

Contadores públicos que se han convertido en profesores y que cuentan con una gran experiencia en el mercado, han presenciado como otros profesionales han tomado como suya el área de la contaduría pública en la organización y por fuera de ella, por ejemplo, los ingenieros administrativos implementan nuevas metodologías de costeo, mientras que, muy pocos contadores participan en la construcción de ellas (Osorio, 2009), esto sin duda obliga a cuestionarse si el papel tradicional que ocupa el contador desde el espacio universitario hasta llegar a la empresa, realmente es relevante, o si, acaso se ha convertido en un formalismo legal que debe acatarse y cumplirse, como también reflexionar y preguntarse si en muy poco tiempo la mera preparación de estados financieros será suficiente.

Según López (2001)

Es solamente si formamos hombres y mujeres capaces de pensar, de pensar por sí mismos, de arriesgarse, de respetar al otro, de tener responsabilidad intelectual, participación política (…) que estaremos en el camino de generar profesionales con una posición ante el mundo. (pág. 23)

No hay comentarios:

Publicar un comentario