“La actitud de involucrarse verdaderamente en la operación de las empresas y no sólo ser un participante más en el proceso, resulta trascendental para nuestra profesión contable en la actualidad”. (Lebrija, 1998, pág. 74)

sábado, 24 de septiembre de 2011

Campos en los que se puede desempeñar el Contador Público



Tradicionalmente se ha limitado el actuar del contador público a la contabilidad financiera y a pesar de los avances e investigaciones que se han hecho durante los últimos años, en muchas otras áreas importantes para el desempeño del contador, se ha seguido tildando a dicho profesional como un mero tenedor de libros, haciendo parecer la profesión más como una técnica mecanizada, que como un área empresarial que le genera un valor agregado a las organizaciones. Por lo anterior, en éste capítulo expondremos algunas de las actividades para las cuales está capacitado el contador público.

Vásquez, hace alusión a uno de los proyectos o actividades propios a realizar por el profesional que nos ocupa, esto es la implantación de sistemas de información, definidos por el autor como “Sistemas de contabilidad general o cualquier otro renglón de operaciones susceptibles de cuantificar y contabilizar” (2003, pág. 27). El establecimiento y utilización de sistemas de información, tales como sistemas contables, de costos, de presupuestos, entre otros, es una actividad que debe ser realizada preferiblemente por un Contador, ya que, éste es quien debe conocer todo el sistema organizacional, por lo tanto obtiene más fuentes y conocimientos para implementarlo de manera eficiente.

Aunque se cree que una auditoría contable o financiera puede ser ejecutada por un técnico en contabilidad, el papel del Contador Público en esta actividad es esencial, puesto que, está más en capacidad de efectuar un profundo análisis y tener criterio para llegar a una buena conclusión en el proceso de auditoría, en consecuencia, el auditor para realizar un estudio detallado sobre el control interno de la empresa, debe tener en cuenta aspectos como

La autenticidad de los hechos y fenómenos que se reflejan en los estados financieros; los criterios y métodos para reflejar en la contabilidad y estados financieros, dichos hechos y fenómenos; y que los métodos usados estén de acuerdo con los principios de contabilidad y aplicados en forma consistente. (Vásquez, 2003, pág. 32)

Luego, la ejecución de una auditoría en una empresa es importante, principalmente por el beneficio que le otorga a los diferentes agentes, tales como la propia administración de la entidad, el Estado, inversionistas, acreedores, entre otros. La administración se beneficia de ella, porque le permite evaluar su actuación en la empresa y revisar el manejo efectivo del control interno, de esta forma, puede corregir inconsistencias y mejorar su gestión. Para efectos fiscales, también es importante su realización, dado que, permite verificar lo reflejado por parte de la organización en los estados financieros, evitando así, fraudes como evasión o elusión de impuestos, además, a los inversionistas también les conviene comprobar la veracidad de los informes financieros de la empresa emisora. Así mismo, en el caso de la liquidación de una empresa, es importante, para los acreedores de ésta que se le realice una auditoría, con el fin de corroborar la información de sus estados, para comenzar el proceso de la liquidación del patrimonio entre dichos acreedores, teniendo en cuenta la prelación de créditos.

Otra de las actividades del proceso administrativo que menciona Vásquez, es la Auditoría interna, cuya realización no requiere de un profesional titulado, como sí lo requiere la financiera, solo es necesario una persona que tenga el conocimiento para ejecutarla (2003). Sin embargo, lo más conveniente para una empresa es que la auditoría interna sea realizada por un Contador Público, dado que, por su experiencia profesional, sus saberes y competencias sobre el proceso contable de cualquier tipo de organización tiene la capacidad de hacer una auditoría más verídica.

Las finanzas siguen siendo un campo de actuación de suma importancia para este profesional, pues, se requiere de su experiencia y sus facultades para mantener equilibrada la estructura financiera de la empresa. Su labor, puede encaminarse en las estrategias de inversión de la empresa, por ejemplo, mediante la planeación de operaciones, tales como Contratos de Futuro, Swaps de Divisas, Swaps de interés, entre otras. También, se puede ocupar de estudiar la forma de financiación de la empresa a través de terceros, como por ejemplo “crédito con proveedores, préstamo directo, prendario, hipotecario, emisión de obligaciones, descuentos, acciones preferentes, etc”. (Vásquez, 2003, pág. 45)

Aunque se ha considerado como la típica función del Contador en el área financiera, el revisar, analizar, dar opiniones y sugerencias a la organización sobre sus Estados Financieros, continúa siendo una labor significativa para este profesional, que contribuye a perpetuar el equilibrio de la estructura financiera de la entidad, permitiéndole a la administración tener buena información sobre la situación de la empresa y es mediante el análisis realizado por éste que se puede elegir las mejores alternativas, mediante un proceso óptimo de decisiones.

Como se mencionó anteriormente, el mero desempeño del profesional en la contabilidad financiera se ha criticado mucho, debido a, que tradicionalmente se ha circunscrito a ejercer su profesión en este campo, apartándose de otras áreas importantes en las que, por sus competencias se convierte en la persona idónea para desarrollarlas; además que, como se ha observado últimamente, están denotando su necesidad de ahondar, investigar sobre ellas, pero muy pocos profesionales lo están haciendo. Entre algunas de las áreas prenombradas se encuentran los Costos, que al ser un componente del Estado de Resultados de gran relevancia, influye mucho en los resultados netos de la organización, y puesto que es el único elemento de este estado financiero que se puede controlar internamente, resulta muy importante el método y las estrategias de costos que sean aplicadas por el contador. Otras áreas, que bien valdrían la pena ser investigadas más a fondo por los contadores, y sobre todo poder incursionar en ellas, serían tipos de contabilidades como la del Sector Público, el agrario, industrial, educativo, ambiental, entre otros.

Uno de los campos que se proponen en la revista “El contador público como asesor de negocios”, en el cual se puede desempeñar el Contador, es, valga la redundancia, como Asesor de Negocios, debido a, que está en la facultad de realizar proyecciones sobre variables económicas, tales como tasas de interés, tasas de cambio, tasas de inflación, pues, dicho profesional analizando su comportamiento en el tiempo puede brindar una buena asesoría, “no sólo buenos consejos” como dice la Comisión de Consultoría del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, sobre un óptimo portafolio de inversión para el accionista (1998). Además de esto, el asesor financiero puede utilizar información contable y más específicamente la suministrada en costos, utilizando costos estándar de materiales, mano de obra, costos indirectos de fabricación, para determinar las variaciones que se presenten entre éstos últimos y los costos realmente incurridos en la empresa, señalando así, los posibles costos de los tiempos ociosos que generan los empleados o los cuellos de botella que se generan en un determinado punto del proceso productivo, ya sea, que se deba al retraso o falla técnica de una maquinaria, a los tiempos de demora del transporte de la materia prima a la empresa o bien sea a los tiempos de trasladarla de un área operacional a otra, ente otras cosas, y determinando todos los posibles inconvenientes para que la administración pueda tomar una adecuada decisión, aplicando los correctivos que sean necesarios o mejorando las condiciones actuales de la empresa, logrando así reducir sus costos y volviéndola más productiva.

En conclusión, no es suficiente con un contador que sepa elaborar los estados financieros básicos, sino que, además necesita un profesional que sepa de leyes comerciales, leyes laborales, impuestos, negocios, proyecciones, estrategias de competencia y crecimiento, por tanto, él debe estar en la capacidad de interpretar lo que sucede en el entorno y convertirse en un apropiado asesor de negocios, para ello, debe tener una visión general de la empresa y ser parte activa de los procesos organizacionales. Luego el campo de acción del Contador Público es muy amplio, con su experiencia profesional e interdisciplinariedad, podría desempeñarse en otras áreas y no solo enfocarse en la contabilidad financiera; debemos tener presente que cada vez hay más contadores ofreciendo servicios en el mercado laboral y si nos interesa la subsistencia de la profesión contable, es necesaria generar valor agregado dentro de las organizaciones.

¿Cuál debería ser el papel del contador en la empresa?



La Comisión de Consultoría del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, señala que tradicionalmente las funciones del contador dentro de un sistema organizacional se han visto limitadas a las áreas financieras, de control y administración, aunque el servicio contable se ha caracterizado principalmente por encasillarse en un enfoque tributario (1998).

Este encauzamiento de la contabilidad, se evidencia principalmente en las pequeñas empresas que por superar un monto mínimo, según las normas tributarias, se han visto sometidas a declarar impuestos tales como IVA, retención en la fuente, declaración de renta, etc., por lo cual, también se ven “obligadas” a llevar contabilidad en su negocio. Esto, ha hecho que se vea a la profesión contable, como una herramienta cuyo único valor reside en la presentación de datos, que posteriormente analizarán y evaluarán las instituciones recaudadoras de impuestos, más no, la propia organización. La contabilidad queda reducida a un sistema de conteo, y el contador se convierte en un agente que se limita a suministrar un dato a la empresa: “¿Cuánto tengo que pagar de IVA?, o “¿Cuánto debo pagar de retención en este mes?”.

Los profesionales de contaduría pública, deben ser conscientes de que la continua transformación del mundo (a niveles político, social y económico) afecta a la compañía y la obliga a competir en un mundo globalizado “que sólo acepta a aquellos que estén preparados para asumir nuevos retos; como respuesta a esto que está sucediendo las organizaciones tienen que transformar sus estructuras, sistemas, estrategias y prácticas administrativa” (Cano, 2003, pág. 38). Para que el contador pueda ser considerado como un profesional que va a la par de esa evolución, debe abandonar esa mirada tradicionalista que lo ha confinado al balance general y a la declaración de impuestos, marginándolo de todo proceso que implique discutir y proponer. Vásquez, dice que la información financiera no es integral, pues, únicamente hace alusión a aspectos contables de la organización omitiendo información que aunque no sea contable, puede ser de mucha utilidad para comprender la dinámica del negocio (2003).

Lebrija (1998), en relación a esta temática, plantea que:

El reto del contador público es tener la capacidad de integrar y ensamblar los objetivos corporativos con los objetivos propios, considerando lo que es más importante para la empresa para no perdernos en operaciones cotidianas secundarias. Todo esto para tener un mejor marco de referencia para aconsejar y colaborar en oportunidades para mejorar las empresas. (Pág 76)

Es fundamental reconocer, que el contador es un profesional capaz no sólo de identificar las falencias y errores, sino también, de construir escenarios que propendan por el progreso y el posicionamiento de las unidades productivas, pues, es mediante el análisis que éste puede hacer a la organización como un sistema, que se logran determinar los aspectos en los cuales se deben orientar sus decisiones y sus actuaciones.

Uno de los aspectos fundamentales que diferencia a este nuevo contador, es el de generar un valor agregado para la organización, no siendo solo necesario, sino también, indispensable para que pueda involucrarse en el funcionamiento del negocio y se aparte de la estructura funcionalista que ha condicionado su labor. Desde esta concepción, el contador público necesita asumir un rol cuya orientación trascienda el formalismo legal y la norma contable, que aunque necesarios, resultan insuficientes ante la compleja realidad empresarial. Ese valor agregado involucra las siguientes observaciones:

- El contador público debe comprender que las realidades de las organizaciones son diferentes, por tanto, la metodología de trabajo que desarrolle en una empresa, no va a adaptarse de manera precisa en otra, si por nombre los procesos organizacionales son similares, en su contenido no lo son, por tanto, él es quien debe conseguir que los servicios profesionales que presta se adapten al sistema empresarial, y esto solo puede lograrse si conoce su realidad; lo que implica estar al tanto de los escenarios económico, político-legal, tecnológico, sociocultural y de estructura competitiva, puesto que, son decisivos en los procesos organizacionales.

Para que el profesional contable, pueda cumplir de manera integral con su labor necesita aprender a comunicarse, cuando hablamos de aprender nos referimos a que sea claro y preciso en cuanto las observaciones que haga del negocio y sobre las sugerencias o propuestas que eventualmente presente. En cuanto a esto, Correa, señala que:

El verdadero profesional que domina un tema, en opinión de quien escribe, sólo podrá ser un verdadero difusor de sus temáticas cuando posea la habilidad de comunicarlas, hacerlas entendibles para todo tipo de público y aplicarlas efectivamente en cualquier organización. (2006, pág. 84)

-Si bien es cierto, que en las Mipymes el contador tiene como reto ser un profesional integral, en las grandes empresas también lo tiene; como bien manifiesta Correa, el servicio que el profesional contable ofrece en este tipo de organizaciones, quizás sea parcializado por ubicarse en áreas de especialización, (gestión de costos, auditoría y control, análisis financiero por mencionar algunas), (2006), pero, esto no significa que no pueda desempeñarse en otro plano de la contaduría pública, por el contrario, puede hacer uso de esos conocimientos integrándolos a los objetivos empresariales.

-Es un requisito fundamental para los profesionales mantenerse a la vanguardia del conocimiento, porque, al igual que el mundo, éste no es estático, pueden surgir nuevas formas de hacer que sean más eficaces y adecuadas para un tipo de organización, entonces, el contador debería integrar esos nuevos saberes a su desarrollo profesional, desde una perspectiva de oportunidad y no de entorpecimiento de su función.

-El contador debe repensarse como profesional, esto significaría asumir una actitud de disposición y sobre todo de voluntad ante los desafíos que se le presenten y también entender que el reto no es únicamente para él, sino para todos los agentes de la empresa, por tanto, esa reflexión debe surgir no solo de sí mismo, sino también de un proceso de cooperación.

Resumiendo, el contador público debe cambiar su actitud, específicamente ante el futuro y el papel que desea jugar en él, sin embargo, más que generar la voluntad del cambio (querer) debe generar la capacidad (poder) de cambio de sus actitudes y aptitudes (Lebrija, 1998).

¿Cuál es el papel que actualmente ocupa el contador público en la organización?



Dentro del grupo de personas que intervienen internamente o externamente en la organización, al contador público se le ubica en el grupo de los administradores, porque su “papel respecto de los objetivos económico y social de la empresa es el de un “medio” efectivo y estratégico para la consecución de dichos objetivos”. (Vásquez, 2003, pág. 267)

Vásquez plantea, que el contador público es un corresponsable de la administración, que coordina su responsabilidad individual con los grupos directivos o demás miembros de la administración para cumplir con los objetivos trazados por la empresa (2003).

Desde esta perspectiva el contador tiene una tarea muy importante, que se centra en la creación y fortalecimiento del sistema de información contable, proceso que no puede hacerse sin considerar las repercusiones que puede generar para la empresa, entendida como unidad social, que requiere comunicarse con todos los grupos sociales que guardan una relación con ella, ya sea de manera directa o indirecta. Se hace necesario entonces, que el contador reconozca la estructura empresarial que condiciona dicho sistema, ya que, al momento de implementarlo, su funcionalidad dependerá de este aspecto (no funciona del mismo modo un sistema de información en una organización con estructura piramidal, a uno con estructura funcional). También hay que tener en cuenta otras características específicas del negocio, (visión, políticas, objetivos, filosofía y valores…), pues, las unidades empresariales aunque tengan procesos similares, en esencia son diferentes. Una deficiencia que enfrenta el contador, es creer que un sistema de información contable puede ser fácilmente adaptable a cualquier empresa, luego, las particularidades se dan por subestimadas, porque la contabilidad es un proceso repetitivo, es así como la vida útil para la propiedad, planta y equipo se generaliza para todas las organizaciones.

Resulta indispensable, que el sistema de información que se utilice en el ente económico se adapte a sus características y por el contrario no sea el que más satisfaga o más facilite el desempeño del contador, de ser así, la contabilidad dejaría de ser un medio, para convertirse en un obstáculo en el camino hacia la consecución de los objetivos empresariales. Para conseguirlo, el profesional contable debe por lo menos, tener una aproximación a la dinámica empresarial, de tal manera, que dicho sistema pueda mostrar una naturaleza organizacional lo más cercana posible a la realidad.

Hasta aquí se puede visualizar que, el contador como tenedor de libros no es un profesional competente en cuanto a las exigencias que presenta actualmente el mundo y dentro del cual están inmersos los entes económicos; estos cambios exigen que las profesiones sufran “modificaciones, en su estructura concepción y contenido” (Uribe, 2008, parra 4), luego, el contador necesita reconocer que esa visión, como profesional lo vuelve obsoleto.
Sin embargo, aunque él sea consciente de esas transformaciones y las exigencias que devienen de ellas, aún, continúa asumiendo que su participación en la empresa está definida en una única labor: la preparación y presentación de estados financieros, que muestren las operaciones concernientes al desarrollo normal del negocio. Entonces sí, quizás el contador conozca el ciclo de producción de la empresa, las inversiones, los ingresos, los egresos… pero realmente los conoce ¿por qué debe conocerlos? o ¿por qué puede desde su desarrollo y actitud profesional ser propositivo en cuanto a ellos?

Esa concepción, que la función del contador público es recabar información para presentarla de manera ordenada, sin participar de manera activa en los procesos organizacionales, ha contribuido en la creación de una especie de estereotipo: hemos oído mencionar en diversas ocasiones, que éstos sólo hacen o se remiten a estados financieros básicos y que esa tarea se vuelve tan repetitiva que la única satisfacción que tienen, es cuando surgen problemas inesperados que requieren algo más, que la simple aplicación de métodos para la construcción de dichos estados; entonces ¿los contadores públicos deben esperar por los trastornos organizacionales o pueden como profesionales asumir una actitud prospectiva?. Entendiendo por prospectiva, una actitud de análisis colectiva encaminada hacia la construcción del devenir del negocio, que implica conocer la organización en sí misma y el entorno que la rodea (Jaramillo, 2010); “la actitud de involucrarse verdaderamente en la operación de las empresas y no sólo ser un participante más en el proceso, resulta trascendental para nuestra profesión contable en la actualidad”. (Lebrija, 1998, pág. 74)

Ahora mismo en Colombia, se viene discutiendo en la Cámara de representantes el proyecto de ley 171 del 2009, “por el cual se modifica la reglamentación del ejercicio profesional del economista y se adopta el código de ética” con esto, según la página de contaduría actualícese se pretende asignar funciones propias de los contadores públicos a los economistas, con lo cual se están desconociendo los derechos que la Ley 43 de 1990 asignó a los profesionales de la Contaduría Pública” (2010, parra 2). La pertinencia de este proyecto, dependerá exclusivamente del curso de acción que tome la contabilidad como disciplina y del papel que asuma el profesional contable al interior y exterior de la empresa, el cual, no puede limitarse a la elaboración de informes contables, que aunque requieren una aproximación a la naturaleza empresarial, no implica que él está desempeñando una participación activa en el negocio, como punta de lanza para la planeación o la definición de estrategias, un valor agregado, que quizás si puedan generar los economistas.

Hoy se evidencia la posibilidad que, los profesionales que incursionan en el mercado laboral de la contaduría pública sin ser propiamente contadores puedan elaborar estados financieros; puede decirse que esa nueva visión del contador (mencionada anteriormente) sugiere que éste dejaría de ser necesario y a cambio la compañía podría obtener un agente involucrado en la continua construcción de la unidad empresarial.

Lebrija (1998), al respecto, expone que:

El enfoque tradicional de servicios profesionales que prestamos los contadores públicos se está agotando en la actualidad. El colaborar con empresas y empresarios para hacer o supervisar los registros contables diarios y mensuales, para preparar y presentar sus declaraciones de impuestos, para revisar los estados financieros en su conjunto y emitir una opinión sobre los mismos conforme normas y procedimientos de auditoría, no cabe duda que son servicios de gran valor para ellos, sin embargo, para la sobrevivencia actual de las empresas, la competencia feroz a nivel nacional o internacional, la búsqueda de mayores contribuciones económicas, el desarrollo de nuevos mercados o nuevos productos, demanda una actitud que requiere de una mayor agresividad o apertura profesional de nuestra parte. (pág. 73)

La importancia del proceso educativo en el desarrollo profesional del contador



A pesar de los avances que se han presentado en la profesión contable durante los últimos años en cuanto a investigación, teoría contable, actualización de currículos, al contador público se le sigue viendo como un tenedor de libros, incapaz de tener una participación activa en los procesos organizacionales, esto se debe en parte a que el modelo educativo en Colombia continúa caracterizándose “por procesos mecanicistas, centrados en la repetición y la memorización” (López, 2001, pág. 20), además, porque el contador no ha iniciado el proceso de transformación del papel que tradicionalmente ha ocupado en la organización hacia aquél que debería ocupar.

Desde la universidad, se debe señalar la importancia que el contador público sea capaz de analizar las situaciones ordinarias y particulares que ocurren en la organización, de tal manera, que pueda responder a las exigencias que le plantee la empresa, también, de desempeñarse como un profesional crítico, en la medida en que no solo se limite a producir informes financieros, sino que también, sea capaz de proponer soluciones, dar sugerencias y recomendaciones y posibilitar mejoras en pro del fortalecimiento y crecimiento de la organización. Según López Arciniegas, para cumplir con este objetivo, la academia debe estructurar la enseñanza desde una perspectiva que no sea la tradicionalista, es decir, la educación contable no debería centrarse en la memorización y repetición, sino, en la argumentación, discusión e investigación; igualmente, es necesario concebir la universidad dentro de los criterios de la internacionalización; abordar los nuevos mercados y establecer una relación con los perfiles de los egresados; y por último es significativo proponer nuevos modelos curriculares, lo que implicaría clasificar lo que debe aprenderse y bajo qué condiciones (2001).

Siguiendo con esta misma línea, Cano Morales explica que, la universidad debe ser un espacio que estimule a los estudiantes de contaduría pública a tomar la iniciativa en la aprehensión y aplicación de conocimientos, para que sean profesionales competentes en la organización y reconocidos en la sociedad (2003). En consecuencia, los futuros profesionales de contaduría pública y los que ya lo son, no deben pensarse como tenedores de libros, ni desde la academia, ni desde su propia apreciación; por el contrario, las habilidades (intelectuales, de comunicación, de adaptación, etc.,) que adquieren durante su formación profesional y que se fortalecen a través de la experiencia, deben conducir a la participación activa de los contadores en los procesos organizacionales.

Si las universidades y los contadores públicos no se renuevan a sí mismos, la contabilidad pública pasará a ser un anexo de otras disciplinas y ciencias que si están dispuestas a integrarlas con el mundo, con el cambio, con las innovaciones; y el contador público se convertirá en un recurso humano sustituible ante otros profesionales, que sí generan un valor agregado para la unidad empresarial.

Contadores públicos que se han convertido en profesores y que cuentan con una gran experiencia en el mercado, han presenciado como otros profesionales han tomado como suya el área de la contaduría pública en la organización y por fuera de ella, por ejemplo, los ingenieros administrativos implementan nuevas metodologías de costeo, mientras que, muy pocos contadores participan en la construcción de ellas (Osorio, 2009), esto sin duda obliga a cuestionarse si el papel tradicional que ocupa el contador desde el espacio universitario hasta llegar a la empresa, realmente es relevante, o si, acaso se ha convertido en un formalismo legal que debe acatarse y cumplirse, como también reflexionar y preguntarse si en muy poco tiempo la mera preparación de estados financieros será suficiente.

Según López (2001)

Es solamente si formamos hombres y mujeres capaces de pensar, de pensar por sí mismos, de arriesgarse, de respetar al otro, de tener responsabilidad intelectual, participación política (…) que estaremos en el camino de generar profesionales con una posición ante el mundo. (pág. 23)